Las principales formas y expresiones en las que se manifiesta el arte indígena en la actualidad son la textilería, la cerámica, cestería y orfebrería.

Los conocimientos ancestrales sobre su realización son traspasados de generación en generación, estando además directamente asociados a actividades económicas desempeñadas por cada uno de los integrantes del grupo familiar, es así como, por ejemplo, es la mujer quien principalmente confecciona los tejidos y la cerámica.

Por otra parte la recolección de los materiales se caracteriza por ir acompañada de ritos y ceremonias en agradecimiento a la madre tierra por las materias naturales y los dones entregados.

La música y las danzas son manifestaciones que surgen de la necesidad del hombre de expresarse a través del movimiento y una experiencia espiritual y ritual. Se habla de los motivos espirituales caracterizados por el temor, peticiones o agradecimientos a la divinidad; de motivos afectivos o eróticos; del motivo guerrero para asustar al enemigo y autoexitarse para acometer la lucha, o del motivo ligado al festejo de la cosecha, nacimiento, muerte. Todo esto explica por qué la danza implica un mensaje, es significativa y tiene un contenido espiritual, además del estético.

Música Andina

Casi todas estas manifestaciones de música y danza aymara ya no existen, sea por evolución, sea por pérdida. Uno de los instrumentos musicales de esa época, ha sido el phunkhullu, que según diferentes hallazgos arqueológicos tuvieron también una evolución en su confección desde la arcilla, pasando por materiales óseos, hasta llegar a las actuales cañas de diferentes vegetales, especialmente el bambú (suqusa, siqusa) de la zona de la Yungas y valles bajos interandinos.

La caña de bambú, permite el invento del siku(siqus) y la aparición del sikuri (siqus phusiri).

Entre los descendientes actuales del phunkhullu son notables los pinkillos, chacallos, quena-quenas, moseños, lawa k’umus y tarqas.

Despues de la introducción de la guitarra española, es inventado el charango khirkhinchu, todo indica que en algún lugar del norte del actual Potosí.

Instrumentos Musicales

Pincullo o Pinquillo (aerófono)

Flauta vertical de caña, que mide cincuenta centímetros, con boquilla en su extremo superior. Emite un sonido más agudo que el de la quena.

Pusa o Sicura (aerófono)

Es conocida por su nombre europeo de Zampoña. Está formada por doce cañas huecas colocadas en dos hileras de menor a mayor, amarradas en escala, que al soplarlas emiten determinadas notas musicales. El extremo contrario de las cañas está cerrado. Una zampoña no puede reproducir una melodía completa dadas las pocas notas que tiene. Para lograrlo se reúnen varios intérpretes, donde cada uno ejecuta una Zampoña distinta, construyendo así melodías completas y de riquísimos matices. Es costumbre que los tocadores se reúnan con acompañamiento de percusión. Es corriente en Bolivia, Perú y norte de Chile. También se le nombra como Laca, en aymará es Siku o Sikuri.

Charango (cordófono)

Guitarrilla, réplica indígena de la guitarra española, cuya longitud total aproximada alcanza a sesenta centímetros. El mástil es de madera, semejante al del instrumento europeo, la parte delantera o tapa tiene la forma de ocho, como la guitarra, la caja de resonancia es de caparazón de quirquincho. Su encordado lo componen diez cuerdas afinadas en cinco órdenes dobles, por lo común metálicas.

En Chile se usa en el Norte grande hasta la provincia de Antofagasta.

Ocarina (aerófono)

El uso de la Ocarina se ha ido perdiendo en el norte chileno; pero se mantiene en Putre, en la zona de Belén en Aiquina y en el altiplano Boliviano.

Su longitud varía de los 15 a 28 centímetros y su diámetro va desde los 5 a los 10 centímetros. Es tan difícil de hacer como de ejecutar, por eso se va perdiendo su uso.

Bailes rituales

En las comunidades aymaras y quechuas las fiestas han conservado su significado ritual. Música y baile no sólo representan la solidaridad del pueblo indio con su tierra, sino tambien expresa la unión de los comunarios. Particularmente se lo nota en las tropas de sikuris cuyos instrumentos de diferentes tamaños se complementan; su interpretación requiere una perfecta coordinación.

Las danzas tradicionales son una parte muy importante de las ceremonias en las cuales aún hoy en día, se venera a la madre tierra .

En toda la zona andina, aunque en formas diversas, se hallan gran variedad de rituales; sin embargo, el significado es el mismo: ritos de fertilidad y sacrificios de agradecimiento (Ch’alla) a la Pachamama. Estas danzas son: Los mollos, Danza del Inca, Mokolulu, Monseñada, Chiriwana, Thanthas, Waka-waka, Kena-kena y Auki-auki.

Textil Aymara

En la textilería Aymara, la sofisticación y complejidad son sorprendentes. Los tejidos son el universo femenino y los trenzados el masculino. Los detalles técnicos y riqueza simbólica que contienen tejidos y trenzados hablan de una experiencia ganadera-andina milenaria y del aprovechamiento de un material como la lana.

Contenidos tecnológicos, ideológicos, sociales y simbólicos derivan de una tradición andina.

Las técnicas de elaboración textil son transmitidas de padres a hijos a través de generaciones.

Las figuras zoomorfas y signos geométricos son los utilizados por las mujeres Aymara en sus tejidos. Abundan las figuras de camélidos, vizcachas, suris (avestruz) y taguas, motivos vegetales y geométricos, como el espiral o el doble espiral que se refieren a sus entes míticos y a la cosmovisión de su cultura.

Orfebrería Aymara

La plata, abundante en la zona, era el principal material que se utilizó. Los objetos que se fabricaban tenían diferentes funciones. Una de ellas era ritual en la que los objetos se destinaban a las ceremonias religiosas. La otra, ornamental, constituida principalmente por joyas. Entre las piezas existentes, labradas prolijamente, se encuentran anillos o surtijas, usados por ambos sexos, prendedores o topus, pulseras o pulsira, usadas en ocasiones especiales, y aros o sarcillu. El uso de joyas era símbolo de cierto prestigio dado que no todas las personas las poseían.

Utilizaban sus objetos de plata como adornos personales. Entre los que se destacan:

Tupus: Se utilizan para amarrar el vestido tradicional (asku) en ambos hombros. Cumple también una función ornamental. Los tupus han sido reemplazados por simples trabas y las pocas veces que las mujeres se visten a la usanza tradicional, los «p’ichi» son adornos preciados. Los tupus se componen de dos cucharas terminadas en punta agudizada como un gran alfiler, unidas por una cadena. La parte cóncava de cada cuchara, tiene grabados dibujos que representan corazones, aves o vegetales.

Las pulseras (pulsira), muy escasas, las lucen sólo en ocasiones sociales relevantes.

Aretes o zarcillu: Estos aros están grabados con hojas o flores. Se le agregan a veces cuentas de loza o vidrio, que parecen ser los frutos de los motivos vegetales. Los aretes de tamaño menor eran de uso cotidiano, los más grandes, en el pasado, se llevaban en ocasiones especiales.

Las walcas, collares de cuentas complemento obligado en la ornamentación femenina; confeccionadas con cuentas de loza o vidrio (también de plástico) de diversos colores, aunque en el pasado fueron preferidas de cuentas rojas. Su largo es variable. Se usan envueltas alrededor del cuello.

Cerámica

Aunque no podemos hablar de una cerámica propiamente aymara, en el área habitada por este pueblo se desarrolló la producción alfarera desde aproximadamente hacia el 500 a.C., con una reducida elaboración de alfarería de tipo doméstico.

Hacia el siglo IV o V d.C. denotan las piezas fuertes influencias de la cultura altiplánica de Tiwanaku. Estos rasgos persisten en las fases de Cabuza, Loreto Viejo, Las Maitas y Chiribaya, que se desarrollan aproximadamente entre el 500 y 1000 d.C. Prácticamente desde Las Maitas en adelante se puede hablar de un desarrollo local que, progresivamente, conserva cada vez menos las influencias de Tiwanaku (San Miguel, Pocoma, Gentilar).

Hacia el año 1000 hasta cerca del 1250 d.C., se desarrolla la fase cultural San Miguel. En las vasijas, la organización de los elementos, observada desde su vista en planta superior, presenta claramente una propuesta de tetrapartición, marcada por dos diámetros que se cortan en 90º y cuyos extremos se abren en tres ramales, en un motivo gráfico, o símbolo, que los asemejan al conocido diseño de los tambores chamánicos (kultrun) representativos de la función y rango de las machis de la región mapuche.

Este diseño puede apreciarse especialmente en objetos de Las Maitas, San Miguel y Pocoma. Otros motivos gráficos, además de las figuras de estrellas (o soles) y de círculos concéntricos (o discos) y trazos en zigzag, son rombos, simples o concéntricos, aislados o en hileras; líneas onduladas, solas o entre trazos paralelos, también , en grupos. Esta fase se desarrolla entre los años 1200 y 1350 d.C. Su alfarería es tricroma y algo más compleja que las anteriores.

Entre sus muchas formas se distinguen jarros globulares con base plana y cuello tronco-cónico invertido, con un asa; su cuerpo es rojo y suelen estar cubiertas por abundantes figuras geométricas, y formas humanas y animales, entre las cuales se pueden observar figuras de simios de color negro inscritas dentro de medallones de color blanco.